Sigue la mata dando...

La vida en el DF no es sencilla. Hay que levantarse con muchísimo tiempo de anticipación para llegar temprano al destino, es particularmente importante si el no llegar temprano lleva de por medio un cagadón (que afortunadamente no me ha tocado), o actitud mamona por el resto del día (que tampoco me ha tocado). Nunca, jamás en mi vida me había levantado tanto tiempo continuo a las 5: 20 de la mañana, no mames. Después de la desmañanada sigue la verdadera aventura del transporte público, donde uno toma amor por la vida e integridad física con estos choferes dignos de la fórmula 1 y el marranismo total. De ahí en adelante el día se torna más o menos bueno, con la limitante de que en esta ciudad parece que el tiempo nunca, nunca, es suficiente.

La actividad hospitalaria se ha tornado cada vez más agradable ya que empiezas a encontrar los mecanismos de funcionamiento institucionales, a saber cuales secres y enfermeras hay que saludar y a cuales hay que hasta cerrarles el ojo.

Aqui estoy en la oficina con el jefe del servicio de deforminades neuromusculares, pie y tobillo, y con algunos de los residentes del instituto.

Una de las cosas chidas fue tener la oportunidad de asistir al curso internacional de mano y microcirugía que fue ahí mismo dentro del instituto, y en donde, el maldito vicio del tabaco sirvio para cotorrear un rato con los doctores Zancolli, aprovechando que también les gusta eso de la echada de humo. No cabe duda, los vicios mejoran cualquier relación interpersonal.

Y en esta foto estamos otra parte del servicio, haciendo una artrodesis de tobillo con un fijador externo para una artropatía de charcot. Un caso verdaderamente interesante.

Enmendio de estas instantáneas de la rotación es que se pasa el tiempo en el chilango. A prisa. Sin buenos tacos de lengua o sesos. Sin tortas ahogadas...

Pero aprendiendo un buen, y conociendo nuevas cosas.

Ya casi de vuelta al rancho para las pachangas que haya pendientes. Nos vemos pronto.